viernes, 28 de junio de 2013

El cuento del coche eléctrico.

El tema del cochecito eléctrico siempre ha sido muy oscuro.

Desde siempre, las empresas petroleras han luchado por enterrar cualquier vehículo movido por energía alternativa barata a base de compra de patentes e incluso, si nos ponemos conspiranoicos, tácticas algo mas "mafiosas". Sin embargo no son las únicas, también las empresas del automovil tienen fuertes intereses en que el vehículo eléctrico acabe en el cajón de los desastres.

Hablamos de que los fabricantes lo tienen todo ya montado. Funcionan sobre una tecnología conocida y perfeccionada durante más de un siglo, con todas las infraestructuras preparadas para implementarla, y el hecho de tener que invertir otra vez todo el esfuerzo en I+D, en levantar toda una infraestructura en torno a motores eléctricos y en acordar nuevos estándares con los competidores, no les hace mucha gracia. Esto es especialmente así cuando además de todo esto, hablamos de vehículos que reportan menos benefícios post venta.

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Uno de los problemas que ha impedido que el vehículo eléctrico se haya consolidado son sus baterías. Estas tienen una densidad energética menor que los combustibles fósiles, son mucho más pesadas, son caras, lentas de recargar y se estropean al cabo de poco tiempo. Sin embargo, se están investigando tecnologías para crear baterías baratas, duraderas y eficientes, pero no parece que nada de esto acabe en el mercado.


Con el vehículo a gasolina o diesel, las empresas lo tenían fenomenal. Los vehículos a combustible necesitan aceite, revisiones contínuas, cambios de neumáticos, de correas, de bujías, de filtros, son motores complejos fáciles de averiar... sin embargo, los eléctricos tienen motores sencillísimos, probados y fiables y salvo neumáticos y frenos (y esto cada vez menos cuando se hace frenada regenerativa), no necesitan filtros, ni correas, ni otros repuestos y por si fuera poco, el coste cada 100 km es de 1€ más o menos, cuando en un coche que consuma 5,5 litros a los 100km, a 1,45€ litro, tiene un coste de casi ocho euros.

Esto implica que comprarse un coche eléctrico supone a la industria olvidarse del cliente durante, tal vez, 20 años. Eso es demasiado tiempo sin sacarle la pasta a un ciudadano y es por eso que sospecho que la salida a mercado de soluciones a los problemas de autonomía y fiabilidad tardarán en aparecer.

Sin embargo, los fabricantes ya han sacado "convenientemente" una solución a los problemas de duración y autonomía creando un sistema de Renting de baterías. Estamos hablando de un sistema que obliga al usuario a pagar puntualmente todos los meses una cantidad de dinero por tener disponible una batería cargada y funcional, una cantidad de dinero que puede oscilar entre los 50€ y los 150€ según modelo y uso. Como veis, el negocio es redondo.

La inversión por parte de la industria es muy baja y tendente a monopolios, ya que las baterías solo las fabricarían las propias marcas, en principio negando la compatibilidad entre vehículos. Además, el negocio que hoy por hoy tienen las petroleras, recaería en los fabricantes, que se encargarían ahora del repostaje, por lo que el negocio es doble.

El coche eléctrico siempre ha sido un malísimo negocio para los fabricantes y un excelente producto para los consumidores, y hasta que no han encontrado la forma de hacer el agosto a costa del consumidor, no han parado. Tendremos que seguir a la expectativa de como evoluciona el mercado y tarde o temprano, nuevas baterías entrarán en juego. Esperemos que al final, sea la tecnología la que se imponga sobre la especulación económica.

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