jueves, 24 de enero de 2013

Ser inteligente... ¿Don o maldición?

De toda la vida me he considerado una persona curiosa. Recuerdo que todo empezó cuando mi madre, la cual es una mujer sencilla y trabajadora, me compró un libro con cuatro años que se llamaba "Mi primera enciclopedia" debido a que yo no paraba de preguntar y ella no siempre sabía contestar a mis preguntas. Durante los siguientes años, viví pegado a mi preciado libro, leyendo y aprendiendo a la vez que veía las didácticas imágenes.

Ese libro implantó en mi la curiosidad por el funcionamiento del mundo que me rodeaba y por la ciencia en general. Recuerdo como miraba con ilusión series como "Érase una vez la vida" en las cuales aprendía cosas sobre el cuerpo humano. Estos hechos, unido a la afición que me implantó mi madre por las manualidades y el dibujo, promovieron que me convirtiera en autodidacta y que investigara y descubriera por mi mismo cuanto necesitaba saber.

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